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28-Mayo-2021

PRIMERA LECTURA

Nuestros padres fueron hombres ilustres y su gloria jamás se extinguirá.

Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 44, 1. 9-13

Hagamos el elogio de aquellos hombres ilustres que fueron nuestros padres. Hay hombres de los que no se conserva memoria: murieron, y es como si no hubieran existido; vivieron, y es como si no hubieran vivido ni dejado descendencia.

¡Qué diferentes fueron aquellos hombres de bien! Sus méritos jamás se han olvidado; han dejado una posteridad que los prolonga y su herencia pasa de hijos a nietos.

Su linaje permanece fiel a la alianza del Señor. Para siempre existía su descendencia y su gloria jamás se extinguirá.

Palabra de Dios.

SALMO

Del salmo 149, 1-2. 3-4. 5-6a. 9b.

R/. El Señor es amigo de su pueblo.

Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. R/.

En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. R/.

Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace. R/.

ACLAMACIÓN

Aleluya, Aleluya

Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R/.

Aleluya, Aleluya

EVANGELIO

Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tengan fe en Dios.

Del santo Evangelio según san Marcos: 11, 11-26

Después de haber sido aclamado por la multitud, Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y miró todo lo que en él sucedía; pero como ya era tarde, se marchó a Betania con los Doce.

Al día siguiente, cuando salieron de Betania, sintió hambre. Viendo a lo lejos una higuera con hojas, Jesús se acercó a ver si encontraba higos; pero al llegar, sólo encontró hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces le dijo a la higuera: “Que nunca jamás coma nadie frutos de ti”. Y sus discípulos lo estaban oyendo.

Cuando llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a arrojar de ahí a los que vendían y compraban; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los puestos de los que vendían palomas; y no dejaba que nadie cruzara por el templo cargando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente, diciéndoles: “¿Acaso no está escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”.

Los sumos sacerdotes y los escribas se enteraron de esto y buscaban la forma de matarlo; pero le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de sus enseñanzas. Cuando atardeció, Jesús y los suyos salieron de la ciudad.

A la mañana siguiente, cuando pasaban junto a la higuera, vieron que estaba seca hasta la raíz. Pedro cayó en la cuenta y le dijo a Jesús: “Maestro, mira: la higuera que maldijiste se secó”.

Jesús les dijo entonces: “Tengan fe en Dios, Les aseguro que si uno dice a ese monte: ‘Quítate de ahí y arrójate al mar’, sin duda en su corazón y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso les digo: Cualquier cosa que pidan en la oración, crean ustedes que ya se la han concedido, y la obtendrán. Y cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, para que también el Padre, que está en el cielo, les perdone a ustedes sus ofensas; porque si ustedes no perdonan, tampoco el Padre, que está en el cielo, les perdonará a ustedes sus ofensas”.

Palabra del Señor.