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Misal

Misal del Día

ANTÍFONA DE ENTRADA

Los constituiste príncipes sobre toda la tierra. Ellos han hecho memorable tu nombre por generaciones y generaciones; por eso los pueblos te alabarán eternamente.

ORACIÓN COLECTA

Defiende, Señor, a tu Iglesia con la protección de los apóstoles Pedro y Pablo, de quienes recibió el inicio del conocimiento divino, y concédele crecer en tu gracia celestial hasta el final de los tiempos.

PRIMERA LECTURA

Llegamos a Roma.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 28, 11-16. 30-31 

Al cabo de tres meses, nos embarcamos en un navío que había permanecido en la isla durante el invierno; era un barco alejandrino que tenía la insignia de Cástor y Póllux. Hicimos escala en Siracusa, donde permanecimos tres días. De allí, bordeando la costa, llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó un viento del sur y en dos días llegamos a Pozzuoli, donde encontramos a unos hermanos que nos invitaron a permanecer una semana con ellos. Luego llegamos a Roma. 

Los hermanos de esta ciudad, informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro y nos alcanzaron a la altura del Foro de Apio y de las Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado. Cuando llegamos a Roma, se le permitió a Pablo vivir en una casa particular, con un soldado de guardia. 

Dos años enteros pasó Pablo en una casa alquilada; allí recibía a todos los que acudían a él, predicaba el Reino de Dios y les explicaba la vida de Jesucristo, el Señor con absoluta libertad y sin estorbo alguno.

Palabra de Dios.

SALMO

Del salmo 97,1. 2-3ab. 3c-4. 5-6. 

R/. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. 

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R/.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel. R/.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R/.

Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos. Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey. R/.

ACLAMACIÓN

Aleluya, Aleluya

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles. R/.

Aleluya, Aleluya

EVANGELIO

Mándame ir a ti caminando sobre el agua. 

Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-33 

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí. 

Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa, y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron, y decían: “¡Es un fantasma!”. Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”. 

Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!”. Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. 

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.

Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al presentarte, Señor, nuestras humildes ofrendas, imploramos tu clemencia, para que la verdad que nos fue transmitida por el ministerio de los apóstoles Pedro y Pablo, se conserve sin mancha en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Señor, tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

ORACIÓN DESPÚES DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que tu pueblo, alimentado con el pan celestial, se alegre en la conmemoración de los apóstoles Pedro y Pablo, a quienes encomendaste gobernar y proteger a tus fieles.  Por Jesucristo, nuestro Señor.

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